Al igual que Festo en España, Bachiller inició su actividad hace 50 años. En este tiempo ha pasado de ser un pequeño taller, con menos de 10 trabajadores, a una empresa de referencia global en equipos industriales, recipientes a presión, y soluciones de proceso para un amplio abanico de sectores.

“Bachiller surgió de la voluntad de desarrollar equipos orientados a las necesidades del cliente”, explica Moisés Valero, director técnico de la compañía. Este objetivo continúa siendo su rasgo principal de identidad, tras medio siglo de grandes transformaciones en el mundo industrial y tecnológico.

“Hace 50 años había equipos con funciones muy limitadas que estaban pensados para la fabricación de productos de producción continua y que se mantenían invariables en el tiempo. Ahora hay que buscar soluciones para cambios frecuentes en las necesidades de proceso orientadas a productos muy específicos”, así describe Moisés Valero una de las grandes diferencias entre aquellos inicios de la empresa y el escenario actual.

Fundada por Eliseo Bachiller, la empresa empezó su andadura en 1971, primero como una ingeniería conceptual. Al año siguiente se creaba el taller de producción de maquinaria y los años sucesivos estuvieron caracterizados por una serie interminable de logros, como la primera patente con un mezclador cónico, o la construcción de reactores agitados, mezcladores, filtros nucha y secadores al vacío con distintas tecnologías. “Toda esta maquinaria, orientada al procesado de líquidos y sólidos, nos permitió ofrecer un abanico muy amplio de posibilidades en la industria alimentaria, la farmacéutica, la química, petroquímica, minería y de gestión de residuos, entre otros sectores”, apunta el director técnico.

Salto al exterior
En los años 80 se ampliaba el taller y en los 90 se incorporaba a la empresa la segunda generación familiar que daría un impulso decisivo a la internacionalización. “El salto al exterior fue un punto de inflexión para nuestro crecimiento en todos los sentidos -señala Moisés Valero- y se vio facilitado porque muchos de nuestros clientes nacionales formaban parte de multinacionales y otros tenían sucursales en el extranjero”.

En efecto, la internacionalización propició un aumento de la plantilla y de la facturación e impulsó las capacidades de Bachiller en nuevos ámbitos de actividad. A la fabricación de equipos se añadió el know-how para ofrecer soluciones para plantas de proceso. De este modo, la empresa entraba de lleno en su fase de madurez, obtenía distintas certificaciones de calidad para sus equipos y, coincidiendo con el inicio del siglo XXI, creaba su propio departamento de I+D+i.

En 2005 se produjo un nuevo hito, de fuerte componente simbólico, con la máquina número 10.000 de la empresa funcionando en el mercado. Y en 2009 se inauguraba el test center, y con él, el desarrollo constante de tecnologías de procesos de secado al vacío, en este caso con repercusiones muy tangibles. “La importancia de esta instalación es enorme -asegura Moisés Valero- porque nos sirve para simular procesos de producción y extraer información clave que después se puede aplicar a nivel operativo real”. Esta posibilidad redunda en una mayor fiabilidad de las soluciones. “Tenemos que estar muy seguros de que la definición del proceso está bien hecha, y que la solución final propuesta a nuestro cliente le permita ganar tiempo, calidad y capacidad”, recalca.

Si Bachiller es una empresa competitiva, es precisamente por haberse mantenido fiel a su cometido fundacional: responder en todo momento a las necesidades del cliente. Los medios tecnológicos actuales son el mejor aliado para este cometido puesto que ayudan a dar una respuesta óptima a cualquier requerimiento.

A lo largo de décadas, la compañía ha dado sobradas muestras de su competencia. Ha resuelto sustituciones de equipos extremadamente complejas y ha sido capaz de desarrollar reactores de alta capacidad para el proceso de fluidos en tiempos muy cortos. La veteranía es un grado e influye indiscutiblemente en el éxito de los proyectos. Según el director técnico, “ante cualquier exigencia que afrontamos siempre aparecen elementos o situaciones que hemos tenido que gestionar en alguna otra ocasión anterior. Esto nos permite desarrollar nuevas soluciones sin repetir los errores del pasado”.

La existencia de un personal altamente especializado y con un conocimiento profundo del cliente también ayuda, claro está. Para Moisés Valero de ello cabe deducir que “los 50 años no se han convertido en un peso´, sino más bien en una palanca hacia el futuro”.

Perfeccionar la automatización
Festo ha acompañado a Bachiller desde el primer momento, lo que desde esta última empresa siempre se ha considerado como un signo de garantía y de calidad de cara al cliente. Al principio, en proporción a la dimensión de Bachiller en aquel entonces las compras eran modestas. Se adquirían pequeños actuadores para operaciones simples, como apertura de compuertas o desplazamientos de carga.

Más tarde, cuando Bachiller dio un salto de escala y empezó a trabajar en soluciones integrales tanto para unidades productivas específicas como para grandes sistemas y plantas industriales completas, las peticiones a Festo se extendieron a sistemas de control de válvulas, bloques de válvulas y terminales con sistemas de comunicación, abarcando tanto la parte neumática como de componentes eléctricos de accionamiento y control.

En resumen, el incremento de productos Festo en los equipos de Bachiller ha ido en paralelo al de la complejidad de los proyectos que la empresa ha ido afrontando en estos años. “Nuestros sistemas son muy modulares y el hecho de que tengamos unidades de control locales que se puedan conectar entre sí facilita las comunicaciones y nos ayuda mucho a perfeccionar la automatización”, señala Moisés Valero.

Bachiller agradece que sus proveedores no le ofrezcan tan solo un buen catálogo de soluciones, sino que sean proactivos y le ayuden a mejorar la propuesta que se hace al cliente. “Esto es exactamente lo que nos ocurre con Festo. A través de un trato muy directo y fluido podemos aportar más fiabilidad, calidad y versatilidad, y darle al cliente incluso más de lo que espera, tanto en la gestión de la información como en la anticipación a los problemas, que es lo que requiere la Industria 4.0”.

Confiamos que, en la siguiente edición, una vez superada la situación pandémica, la realización de EXPOQUIMIA vuelva a ser aquel acontecimiento en el que las personas que integramos la industria química y farmacéutica, nos podamos volver a dar cita de forma distendida y cercana. Si se dan estas circunstancias, que esperemos que sí, BACHILLER no faltará a su cita.